Sunday, December 04, 2005

La Ciudad Despierta

Amanece. Los vidrios de la ciudad están dorados.
Listo el transporte.
Los inspectores queman en sus hombros bolsas.
¿Qué tienen dentro de las bolsas?
¿Sus pasaportes o flores de chabacano?
Los inspectores como si fueran floreros, el tranvía florería.
El día huele a leche tibia. El sol en manga corta
pinta de azul los confines del horizonte
trepado en el andamio de nuestras esperanzas.
La luz se posa bajo columnas.
Espera. Tiene una cita con la Primavera.
El joven médico viste su camisa blanca
y se coloca junto a la ventana. Su oído
en el costado del día, escucha.
Sonríe: vamos bien,
Sonríe también el día.
Los Castaños saltan, una a una, en su blancura
las barandas del vecindario,
como los marinos que con uniforme
saltan de los barcos en licencias de 24 horas.

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Yannis Ritsos

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Hoy que amanecía en esta ciudad, me acordé de un poema de Ritsos que revisamos en el Café Literario y me pareció apropiado para el amanecer del domingo.

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