El antiguo Colegio de San Ildefonso alberga de febrero a junio esta exposición en torno al arte virreinal de tres siglos.
La exposición proviene directamente del Museo de Arte de Fildadelfia y consta de 290 piezas, en su mayoría de arte sacro. La instalación es insuperable, pues en varias salas de este edificio se exponen diversos temas y cronologías, así, vemos piezas provenientes de trece países latinoamericanos que presentan materiales variados, técnicas distintas, y que ante todo, muestran al arte mestizo en todas sus presentaciones: pintura, escultura, arte plumario, enconchado, cerámica, textiles, orfebrería en oro y plata.
Es sumamente interesante observar la fusión de las tradiciones americanas con la española, así, encontramos grandes pinturas sacras, representaciones de vírgenes y santos con materiales autóctonos americanos, por ejemplo, textiles, plumas, etcétera; por otra parte algunas otras pinturas muestran a dichos santos ataviados con ropajes indígenas, la fusión en este punto es increíble.
Varios objetos como relicarios, cofres, escritorios, armarios se exhiben con sigular maestría, todos grabados y tallados con motivos religiosos, mostrando también la opulencia de sus dueños y de una parte de la nueva sociedad latinoamericana.
La parte que yo disfruté más es una galería de pinturas en torno a las castas -siempre me ha fascinado la forma en que bautizaron con gran desdén e ironía a todas las posibles combinaciones de razas-. Un gran pasillo se encuentra poblado por estas pinturas, el cuidado de los rasgos humanos, del vestido, de los objetos, de los ambientes de cada casta es absolutamente asombroso.
Me parece que vale la pena ver esta exposición, tiene algo de homogéneo y cansado, pero siempre se encuentran piezas deslumbrantes que reconstruyen una parte de la vida virreinal, tan barroca y contrastante.
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