Blogger abroad
Thursday, March 29, 2007
Y más jacarandas...
Wednesday, March 28, 2007
La escasez
La semana pasada, mientras conversaba con una rumana, me percaté de algo que uno difícilmente puede llegar a imaginarse.
Esta persona me comentaba la gran dicha que era vivir en México, yo estaba de acuerdo, aún así, quise saber a qué se refería exactamente... y ella empezó:
"Wow, es que vas al mercado y todo el año hay frutas y verduras, nunca escasea nada y si llegara a suceder esto, hay otros vegetales que sustituyen la falta... en definitiva, es el paraíso".
Yo estaba sorprendida, hasta que ella aclaró que en Rumanía -y seguramente en muchos otros lugares- hay largas temporadas al año en que no hay frutas ni verduras en absoluto, y que si no haces las conservas y congelaciones necesarias en el tiempo adecuado no te queda más que comer carne y carne durante el invierno -sin más, sin cebolla, sin tomate y claro, ni que decir de alguna fruta fresca-, porque la sección de vegetales permanece cerrada en el supermercado dada la improductividad del suelo congelado.
Podría parecer algo muy simple, pero uno, acostumbrado a hacer las compras de frutas y verduras frescas todo el año sin ningún problema, difílcimente puede imaginar la situación; al menos en mi caso... podría parecer incluso naive, aún así, sigo sin imaginarme en esas condiciones.
¡Qué dicha poder caminar unas cuantas cuadras y saber que se pueden comprar productos frescos!
Tuesday, March 20, 2007
¡Bienvenida Primavera!
Aaaaa... ¡cómo me gustan las jacarandas...!
Son hermosas, el color es tan especial, como opaco, como claro, como vivo...
y lo mejor es caminar bajo de ellas... en una alfombra parda que dejan sobre el suelo...
La primavera es toda morada en la Ciudad de México, aún cuando las jacarandas dan al paisaje un aspecto otoñal... como de alegría callada... y yo no sé por qué cautivan la vista, el paisaje se torna a la vez alegre y melancólico.
Friday, March 16, 2007
Thursday, March 15, 2007
I have a secret...
Frank Warren inició hace más de 2 años un servicio postal confiable con un propósito artístico "tell me your secret"; pero hasta el momento dicho proyecto ha superado por un gran tramo todas las expectativas de su creador.
El proyecto es en suma interesante, mediante un anuncio en internet Warren invitó a que se le escribieran postales con secretos -ésto, asumiento que todos guardamos secretos que nos rompen el corazón-. Dicho personaje recibe de 100 a 200 postales cada semana, de hecho ya publicó dos libros con ellas -a modo de álbumes- y ganó algunos otros premios como "el blog del año".
Yo estuve revisando su sitio y realmente hay postales que artísticamente valen la pena, algunas son muy deprimentes y crueles, otras son extraordinarias, muchas otras divertidas, pero todas, todas cautivan sin excepción.
Posteo algunas. También dejo la dirección para que puedan revisar unas cuantas más.Monday, March 12, 2007
¿Qué tienen en común Beckham, Clinton y Joyce?
Véalo usted mismo.
Curioso artículo que hoy publica BBC Mundo...
Beckham, Joyce y los libros inconclusos
Curioso artículo que hoy publica BBC Mundo...
* * *
Beckham, Joyce y los libros inconclusos
Javier Farje
¿Qué tienen en común el futbolista David Beckham, el escritor irlandés James Joyce y el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton? Pues que los tres pertenecen a un dudoso panteón literario: que muy poca gente ha terminado de leer sus libros.
Se trata de une encuesta hecha por la empresa de textos de televisión teletext a más de dos mil personas en las Islas Británicas, a quienes les preguntaron que volúmenes no terminaron de leer.
El futbolista, el novelista y el estadista objetos de esta crónica ocupan los tres primeros lugares en esta especie de olimpiada de capítulos abortados.
Por supuesto que nadie se ha preguntado si la erudición de Beckham le alcanzó como para escribir su autobiografía, habida cuenta de que completar una oración con sujeto, verbo y predicado se ha convertido, en el caso del mediocampista del Real Madrid, en un auténtico desafío verbal.
Cada vez que lo logra, los cronistas que asisten a sus comparecencias públicas suelen destacarlo casi con el mismo entusiasmo con el que escriben sobre uno de sus tiros libres.
Habría que preguntarse entonces si, cuando se entere que su farragoso desaguisado no lo han terminado muchos británicos, se va a decepcionar a tal punto que va a abandonar todo intento por escribir una secuela.
En todo caso, Mi Vida, la autobiografía de Bill Clinton, que, conociendo la proclividad del ex mandatario de conducir asuntos no exactamente de estado en el Salón Oval, debería despertar la curiosidad política del lector, también se cierra antes de acabar.
En su libro él habla de la muerte de su padre, su estadía como becario en la Universidad de Oxford, su oposición a la guerra de Vietnam, su época como gobernador de Arkansas y su estadía en la Casa Blanca. Como si eso importara.
Y ahí está Joyce y Ulises, que narra un solo día, el 16 de junio de 1904, en la vida de Leopoldo Blumm y Stephen Dedalus en la Dublín pre-republicana. Se trata de un libro frondoso y difícil, con casi tantas aristas como la Rayuela de Cortázar.
Cabe pensar que los lectores pudieron haber perdido interés en el libro de Clinton cuando pasaron el capítulo Lewinski, o que se aburrieron de leer sobre todos los tiros libres de Beckham, o llegaron a la conclusión de que Ulises era demasiado enredado, sin darse cuenta de que, de haber llegado al final, se habrían encontrado con una historia de adulterio bastante corta pero divertida.
No, la razón es más trivial: la mayoría dejó la cosa por cansancio, le sigue la afición la televisión y, en el caso de Clinton, muchos personajes famosos cerraron Mi Vida al enterarse que no aparecían en él.
Ni J. K. Rowling se salva. Harry Potter y el Cáliz de Fuego aparece en la lista fatídica.
En todo caso, ¿para qué leer a Beckham si se pueden ver las repeticiones de sus goles en la televisión, o a Bill Clinton si el protagonismo ha pasado a su esposa, que aún no sabemos qué piensa hacer en el Salón Oval en sus horas de ocio, o a Harry Potter, que ya superó la pubertad para convertirse en un adolescente aburridísimo?
Joyce es otra cosa. Además, ya les conté el final de Ulises. Qué le vamos a hacer.
Se trata de une encuesta hecha por la empresa de textos de televisión teletext a más de dos mil personas en las Islas Británicas, a quienes les preguntaron que volúmenes no terminaron de leer.
El futbolista, el novelista y el estadista objetos de esta crónica ocupan los tres primeros lugares en esta especie de olimpiada de capítulos abortados.
Por supuesto que nadie se ha preguntado si la erudición de Beckham le alcanzó como para escribir su autobiografía, habida cuenta de que completar una oración con sujeto, verbo y predicado se ha convertido, en el caso del mediocampista del Real Madrid, en un auténtico desafío verbal.
Cada vez que lo logra, los cronistas que asisten a sus comparecencias públicas suelen destacarlo casi con el mismo entusiasmo con el que escriben sobre uno de sus tiros libres.
Habría que preguntarse entonces si, cuando se entere que su farragoso desaguisado no lo han terminado muchos británicos, se va a decepcionar a tal punto que va a abandonar todo intento por escribir una secuela.
En todo caso, Mi Vida, la autobiografía de Bill Clinton, que, conociendo la proclividad del ex mandatario de conducir asuntos no exactamente de estado en el Salón Oval, debería despertar la curiosidad política del lector, también se cierra antes de acabar.
En su libro él habla de la muerte de su padre, su estadía como becario en la Universidad de Oxford, su oposición a la guerra de Vietnam, su época como gobernador de Arkansas y su estadía en la Casa Blanca. Como si eso importara.
Y ahí está Joyce y Ulises, que narra un solo día, el 16 de junio de 1904, en la vida de Leopoldo Blumm y Stephen Dedalus en la Dublín pre-republicana. Se trata de un libro frondoso y difícil, con casi tantas aristas como la Rayuela de Cortázar.
Cabe pensar que los lectores pudieron haber perdido interés en el libro de Clinton cuando pasaron el capítulo Lewinski, o que se aburrieron de leer sobre todos los tiros libres de Beckham, o llegaron a la conclusión de que Ulises era demasiado enredado, sin darse cuenta de que, de haber llegado al final, se habrían encontrado con una historia de adulterio bastante corta pero divertida.
No, la razón es más trivial: la mayoría dejó la cosa por cansancio, le sigue la afición la televisión y, en el caso de Clinton, muchos personajes famosos cerraron Mi Vida al enterarse que no aparecían en él.
Ni J. K. Rowling se salva. Harry Potter y el Cáliz de Fuego aparece en la lista fatídica.
En todo caso, ¿para qué leer a Beckham si se pueden ver las repeticiones de sus goles en la televisión, o a Bill Clinton si el protagonismo ha pasado a su esposa, que aún no sabemos qué piensa hacer en el Salón Oval en sus horas de ocio, o a Harry Potter, que ya superó la pubertad para convertirse en un adolescente aburridísimo?
Joyce es otra cosa. Además, ya les conté el final de Ulises. Qué le vamos a hacer.
Thursday, March 08, 2007
La Satrapía
¡Qué desgracia! Cuando estás hecho
para grandes obras
que sea tu suerte injusta y
te niegue dicha y coraje;
que te contraríen costumbres vanas,
pequeñeces e indiferencias.
Y qué terrible el día que cedes,
(este día que te abandonas),
y partes camino a Susa
y vas donde el rey Artajerjes
que amablemente te acoge en su corte
y te ofrece satrapías.
Y tú aceptas sin esperanza
estas cosas que no deseas.
Tu alma busca otras, llora por otras:
el elogio de tu pueblo y de los sofistas,
las díficiles e invaluables loas,
el ágora, el teatro y las coronas.
¿Cómo te dará éso Artajerjes?
¿Dónde encontrarás ésto en la satrapía?
¿Qué vida tendrás sin todo ésto?
para grandes obras
que sea tu suerte injusta y
te niegue dicha y coraje;
que te contraríen costumbres vanas,
pequeñeces e indiferencias.
Y qué terrible el día que cedes,
(este día que te abandonas),
y partes camino a Susa
y vas donde el rey Artajerjes
que amablemente te acoge en su corte
y te ofrece satrapías.
Y tú aceptas sin esperanza
estas cosas que no deseas.
Tu alma busca otras, llora por otras:
el elogio de tu pueblo y de los sofistas,
las díficiles e invaluables loas,
el ágora, el teatro y las coronas.
¿Cómo te dará éso Artajerjes?
¿Dónde encontrarás ésto en la satrapía?
¿Qué vida tendrás sin todo ésto?
K.P. Kabafis
¿Qué tan fácil es perder la "decencia"?
Little Children (EUA, 2006) de Todd Field fue la cinta inaugural del FICCO 2007, al parecer, la mejor producción de este director.
Es una una buena película, tiene muchos aspectos rescatables, aunque un final harto flojo y por qué no, descuidado.
El elenco es inmejorable -Kate Winslet, Patrick Wilson, Jennifer Connelly y Jackie Earle Haley-, al igual que la ambientación y el guión.
Lo que seduce al espectador desde el inicio, sin duda, es la complejidad -o debiese decir: simplicidad- de los personajes y su introspección psicológica. La historia transcurre apaciblemente en un vecindario clasemediero de Boston, un grupo de padres de familia -¿están preparados para ser padres?- se unen, preocupados por la seguridad de sus hijos, ante la liberación de un supuesto exhibicionista (Haley); entre Sara (Winslet) y Brad (Wilson) se inicia un tórrido romance ante el evidente fastidio de sus vidas cotidianas.
Toda la historia mantiene una tensión realmente atractiva y en absoluto pesada, la cinta es por mucho muy entretenida. En un punto, uno se da cuenta de que todos son totalmente irresponsables, todos son niños -o al menos se portan como tales- hasta que tienen una epifanía y deben reaccionar por primera vez en sus vidas con responsabilidad.
El narrador externo -a modo de voz en off- es bueno en tanto que parodia algunos lugares comunes de la sociedad contemporánea, mas, lo que realmente afea la película es que mediante la trama, todo el argumento cae en un juicio moral sobre la moral misma.
Little Children -Secretos Íntimos- está basada en la última novela -homónima- de Tom Perrotta, sin duda, debe ser una novela interesante y ante todo muy entretenida.
Tuesday, March 06, 2007
Un cuento de absurdos...
Éste siempre fue mi favorito... en estos días lo es mucho más...
Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:
Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente.
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción.
Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.
Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.
Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.
La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.
* * *
El silencio de las sirenas
El silencio de las sirenas
de Franz Kafka
* * *
Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:
Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente.
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción.
Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.
Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.
Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.
La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.
Por los caminos de Macondo...
Hoy conmemoramos triplemente a Gabo, por ello, todas las publicaciones y todos los medios han dedicado un gran espacio a estos festejos. A mí me pareció pertinente postear la legendaria foto del "ojo morado", producto de un incidente con Mario Vargas Llosa, según los chismes, por celos o por disputas de faldas.
Y por otro lado, notable editorial que hoy ofrece La Jornada:
___________________
El Gabo
La existencia de un hombre como Gabriel García Márquez es un privilegio para los hispanohablantes de la época presente: son contadas las figuras culturales que han logrado, en vida y con una obra viva, generar un impacto tan profundo en la imaginación y en la visión del mundo de tantas personas en el planeta. Para millones de ellas no hay más noticia de América Latina que las páginas escritas por el oriundo de Aracataca, las cuales forman parte desde hace varias décadas de la literatura universal. Varias generaciones de lectores, tanto de lengua española como de otras, han conocido la intensidad de la experiencia narrativa de la mano del Gabo y han soñado con Macondo, se han obsesionado con la suerte de Simón Bolívar o se han asomado a situaciones límite, tomadas de la realidad y contadas en reportajes redactados con rigor y maestría.
García Márquez es más que un literato: se inicia en el periodismo y vuelve periódicamente al oficio, lo enriquece, lo diversifica y lo dignifica. Incursiona en el cine -una de sus pasiones- y deja una huella perdurable en la cinematografía mexicana de los años 60 y, posteriormente, en cintas latinoamericanas y europeas. Impulsa a los jóvenes periodistas en Colombia y a los cineastas principiantes en Cuba.
García Márquez es más que una figura cultural: es -ha sido, lo sigue siendo- un hombre comprometido con la superación de las miserias sociales y políticas del subcontinente y, sin perder su independencia de criterio, ha brindado su respaldo a causas como las luchas contra las dictaduras militares que asolaron a la región en los años 70 y 80, la autodeterminación de los cubanos y, más recientemente, la independencia de Puerto Rico.
El hijo de un telegrafista fue el cuarto latinoamericano distinguido con el Premio Nobel de Literatura, después de Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias y Pablo Neruda, y antes de Octavio Paz. El galardón recibido en 1982, no lo alejó de sus entornos más entrañables -Colombia, México y Cuba-; por el contrario, García Márquez siguió prodigando generosidad y cercanía a sus amigos, a sus entornos, a las comunidades y a los países que lo adoptaron como suyo.
En sus difíciles inicios, La Jornada fue beneficiaria de esa generosidad. García Márquez escribió para estas páginas sin pedir nada a cambio, ofreció su consejo y su interés en la organización del trabajo del diario y regaló al proyecto informativo que se iniciaba un texto memorable, El cataclismo de Damocles, en el que alertaba sobre los peligros de una confrontación nuclear, que por esos tiempos se percibían como muy cercanos. Los suyos, al igual que los de Rufino Tamayo y los de Francisco Toledo, fueron aportes decisivos y memorables para el arranque de esta casa editorial.
Hoy, el mundo de habla española festeja los 80 años de vida del Gabo, los 40 de la primera edición de Cien años de soledad y los 25 de que se anunciara que había sido premiado por la Academia Sueca. El momento es un privilegio de nuestra época. Cabe desearle al festejado que siga vivo muchos años más, y que lo siga contando.
Fotografía: Rodrigo Moya.
Monday, March 05, 2007
¿Y quién es Jacques Brel?
Una vez me invitaron a un concierto, parte de un tour por el mundo flamenco en el cual presentaron la vida y la obra de un fulano muy popular por aquellos lares, un tal Jacques Brel.
El concierto estuvo increible, ahí se habían dado cita todos los bohemios del mundo para presenciar a voces como las de David Bowie o Ute Lemper entonando las melodías de Brel. Alguien me dijo alguna vez "¿no conoces a Jacques Brel? pero si todo el mundo debería tener al menos un disco en su casa". Y luego entendí por qué.
La música de Brel es fenomenal. Aunque se sabe que inició su carrera con cantos eclesiásticos en su natal Bélgica, a muy temprana edad se trasladó a Paris y fue ahí donde inició su carrera como trovador. Los temas de Brel son básicamente tres: el amor, la vida y la muerte.
Bien podría considerarse a Brel como un pintor flamenco moderno, mismo que con su música retrata situaciones de la vida cotidiana con una plasticidad inigualable: el lenguaje ordinario.
El ingenio de Brel pasa por lo cómico, lo romántico, pero yo diría más bien que es melancólico, en algunas canciones la voz lírica es quien menos se piensa: una banca de parque, el café, y una tarde de verano que cuenta lo que ve mientras cae sobre la ciudad.
Pero la música no fue el único espacio en el que incursionó, fue piloto y marino, también fue actor y productor, a su cargo estuvo la musicalización del Quijote, L´Homme de la Mancha.
El ingenio de Brel pasa por lo cómico, lo romántico, pero yo diría más bien que es melancólico, en algunas canciones la voz lírica es quien menos se piensa: una banca de parque, el café, y una tarde de verano que cuenta lo que ve mientras cae sobre la ciudad.
Pero la música no fue el único espacio en el que incursionó, fue piloto y marino, también fue actor y productor, a su cargo estuvo la musicalización del Quijote, L´Homme de la Mancha.
¿Por qué me gusta Brel?
Pues su ritmo y sus letras me parecen absolutamente seductores, amén de su tono de voz, como se dice, pastoso.
Brel murió en 1973 de cáncer de pulmón, sus restos descansan en la Polinesia francesa, como los de Gauguin; creo que su legado es grandioso, sus retratos musicales de lugares y emociones, seguirán conmoviendo por años...
Ésto, en respuesta a ese mail que recibí con una sola, escueta y contundente frase:
¿Y quién es el tal Jacques Brel?
Friday, March 02, 2007
A propósito del clima...
¿Por qué insistimos en las relaciones humanas de pareja?
Con esta gran pregunta presenciamos Los Climas de Nuri Bilge Ceylan (Iklimler, Turquía 2006), sin duda, una de las galas del festival.
El recurso del director es en suma sutil: tomas prolongadas con mínimos diálogos y cuidadosamente ambientadas -objetos, gestos, miradas, parajes, colores-; y sobre todo, una absoluta introspección psicológica de los personajes.
La cinta cautiva y seduce desde el inicio, -¿por qué?- porque muestra cuán mezquinos podemos ser los humanos, cuánto daño podemos infligir a los otros y a nosotros mismos. La película también agota al espectador, -¿por qué?- porque a modo de efecto brechtiano le echa directamente a la cara la hipocresía, el egoísmo y la perversión contenidos en cada individuo, así que cuando uno abandona la sala, siente que ha sido apedreado y no sabe ni de dónde ha venido semejante piedra.
Thursday, March 01, 2007
Revelaciones: Las Artes en América Latina 1492-1820
El antiguo Colegio de San Ildefonso alberga de febrero a junio esta exposición en torno al arte virreinal de tres siglos.
La exposición proviene directamente del Museo de Arte de Fildadelfia y consta de 290 piezas, en su mayoría de arte sacro. La instalación es insuperable, pues en varias salas de este edificio se exponen diversos temas y cronologías, así, vemos piezas provenientes de trece países latinoamericanos que presentan materiales variados, técnicas distintas, y que ante todo, muestran al arte mestizo en todas sus presentaciones: pintura, escultura, arte plumario, enconchado, cerámica, textiles, orfebrería en oro y plata.
Es sumamente interesante observar la fusión de las tradiciones americanas con la española, así, encontramos grandes pinturas sacras, representaciones de vírgenes y santos con materiales autóctonos americanos, por ejemplo, textiles, plumas, etcétera; por otra parte algunas otras pinturas muestran a dichos santos ataviados con ropajes indígenas, la fusión en este punto es increíble.
Varios objetos como relicarios, cofres, escritorios, armarios se exhiben con sigular maestría, todos grabados y tallados con motivos religiosos, mostrando también la opulencia de sus dueños y de una parte de la nueva sociedad latinoamericana.
La parte que yo disfruté más es una galería de pinturas en torno a las castas -siempre me ha fascinado la forma en que bautizaron con gran desdén e ironía a todas las posibles combinaciones de razas-. Un gran pasillo se encuentra poblado por estas pinturas, el cuidado de los rasgos humanos, del vestido, de los objetos, de los ambientes de cada casta es absolutamente asombroso.
Me parece que vale la pena ver esta exposición, tiene algo de homogéneo y cansado, pero siempre se encuentran piezas deslumbrantes que reconstruyen una parte de la vida virreinal, tan barroca y contrastante.
¿Qué es? (2)
Our Daily Bread
¿Qué hacemos para ganarnos el pan nuestro de cada día?
Ésta no es precisamente la premisa de la que parte este notable documental, sino ¿qué tiene que pasar para que el pan, la carne, los vegetales -etcétera- lleguen hasta nuestra boca cada día?
Sin palabras, los espectadores vemos por hora y media secuencias de escenas de producción en serie; máquinas, hombres, animales y plantas conviven en tomas prácticamente surrealistas, cada uno a modo de eslabón mecanizado.
El filme es tan escatológico y escalofriante como puede uno imaginarse la producción en masa -eso sí, con la más alta tecnología- del primer mundo: bizarra.
¿Vale la pena? ¡Sí! Pero este singular documental no es apto para gente susceptible a la barbaridad, de otro modo, resulta insufrible y angustiante. ¿Por qué? porque uno presencia el nivel más escatológico de la producción en serie, todo ello, de una frialdad robótica.
"Nuestro Pan de Cada día" (Unser täglich Brot, Austria 2006) dirigida por Nikoaus Geyrhalter, de la galería de documentales que ofrece el FICCO 2007.
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