Diez Canoas, dirigida por el holandés Rolf de Heer (Australia 2006), es una cinta que por mucho vale la pena ver.
De entrada, la reseña nos ofrece una historia-documental sobre una tribu aborigen de Australia que pondría en cuestión algunos de los valores culturales occidentales. Pero el filme es mucho más que eso.
Un narrador empieza a contarnos una historia, mientras cruzamos parajes naturales desde el aire... "había una vez un pueblo, hace mucho mucho tiempo... ¿no es así como empiezan los cuentos? éste no será uno común...". Este narrador a menudo traspasa otros planos de la realidad fílmica para introducirnos una historia de amor, de respeto, de revancha, de dignidad, de fuerza... de humanidad. Así, la historia se desarrolla a partir de un deseo, el hermano menor del jefe de esta tribu, quiere una esposa y le apetece la más joven de las tres que tiene su hermano mayor; la trama se complica cuando un extraño llega a la tribu y -con buenas y malas intencioes- deja una trascendencia de sospechas, desconfianza y temor.
Después de este encuentro, viene la época de recolección de huevos de ganso, aunada a la caza, a la construcción de canoas, y viene por ende, un peregrinar: dos tribus se confrontan para limpiar el honor y las batallas cobran dimensiones épicas, cada grupo de guerreros tiene la oportunidad de arrojar lanzas al enemigo, y este segundo grupo sólo puede danzar y esquivar, o morir en ello... la narración es suprahumana..."danzan uno al lado de otro, como si fueran espíritus volando en el aire, esquivando las lanzas, como si fueran también ellas de aire, pero no lo son, y las piernas tampoco -se escucha el metal atravesando el torso de un guerrero que se desploma- y uno lo sabe y deja de bailar. El combate termina".
El guerrero herido -que además era el jefe- ha pagado ya la ofensa hecha al grupo contrario, es llevado a su aldea para su curación, pero ni los remedios de sus esposas, ni la intervención del hechicero le devolverán la vida, así, emplea su último esfuerzo en su propia danza de la muerte, junto al fuego hasta desfallecer, los demás lo observan, cantan, lloran, lavan y maquillan su cuerpo, espantan su alma con ramas para que lo abandone por completo.
El guerrero herido -que además era el jefe- ha pagado ya la ofensa hecha al grupo contrario, es llevado a su aldea para su curación, pero ni los remedios de sus esposas, ni la intervención del hechicero le devolverán la vida, así, emplea su último esfuerzo en su propia danza de la muerte, junto al fuego hasta desfallecer, los demás lo observan, cantan, lloran, lavan y maquillan su cuerpo, espantan su alma con ramas para que lo abandone por completo.
Ahora el hermano menor puede disponer de las tres esposas del jefe recién muerto, y está por cumplir su deseo, cuando el resto de los guerreros le recuerdan la temporada de caza, al fin, comprende que no es el tiempo de tomar una esposa, y que quizás no ha hecho bien en querer tomar a la de su hermano.
El narrador nos quiere contar el final, pero antes nos da una lección de paciencia: "¿quieren saber el final? al menos el personaje de la historia ha aprendido una lección, ha aprendido a ser paciente, pero ustedes no lo son... así que les diré que todos vivieron felices para siempre, o no, eso es lo que pasa en todos los cuentos y yo ni sé qué pasó en éste después... -carcajada sonora-". Vemos de nuevo tomas aéreas, parajes paradisíacos, los detalles de la naturaleza cuidados al máximo, incluyendo el brillo de la piel humana.
Una película fenomenal, con una narración impresionate, sensible, metaliteraria, muy creativa, tomas bellísimas y una muy buena historia.
No la dejen de ver.
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