Ayer por la noche veía un documental que canal 11 presentaba sobre Malverde, nuestro Robin Hood y recordé ese extraño culto que se vive en Culiacán y alrededores.
El guión y la documentación estaba a cargo de Leo Eduardo Mendoza y se logró una producción muy amena e ilustrativa en torno al rarísimo culto a Malverde, el santo -no canonizado y desde luego tampoco bien ponderado- de los pobres y de los narcos.
Se cuenta que Jesús Malverde era un peón nacido en Mocorito que al ver las injusticias cometidas por los poderosos, empezó a robarles para repartir el dinero entre los pobres... hasta que un día la justicia lo capturó -claro, cuando robó la casa del gobernador- y fue ejecutado. Se dice que la gente cubrió su cuerpo con piedras y desde entonces yacen sus restos en el mismo lugar, bajo las mismas insípidas piedras y sin ningún lujo, de eso hace más de 100 años.
Hoy en día, se encuentra la Unidad Administrativa de Culiacán en ese lugar, pero Malverde tiene su capilla, su capellán y una multitud de creyentes que aseguran haber recibido uno que otro milagrito de éste.
El documental concluía que los narcotraficantes eran especiales adoradores de Malderde, entre otras cosas por la indumentaria típica de éstos -ya saben, sombrero, botas y cinto de pitón, camisa de seda bordada con hilos de oro y estampada extravagantemente y amén de las aparatosas joyas y dijes que normalmente ostentan-. Dicha indumentaria, al haberlos estereotipado, les ha cerrado también las puertas del culto cristiano de una manera ortodoxa, razón por la que han recurrido a otras alternativas, en este caso al supuestamente milagrosísimo Santo Jesús Malverde.
El culto no deja de ser extraño, en absoluto.
No comments:
Post a Comment