Se dice que Estambul, Ciudad y Recuerdos es el mejor libro que ha escrito Orham Pamuk, es sin duda un libro atípico en la totalidad de su obra, no es una novela, pero tampoco es un ensayo, propiamente, es una galería de -como bien dice el título- memorias personales y en torno a la ciudad donde ha pasado su vida completa.
Las confesiones de Pamuk son realmente valientes, uno como lector le agradece todos esos largos fragmentos líricos en que -a manera de chisme- escuchamos susurrar al autor sus pensamientos, su mirada a la ciudad, su visión de la familia, de los cambios culturales en una Turquía en proceso de occidentalización; leemos combates con sus obsesiones: una imaginaria vida de criminal, la existencia de un gemelo en otro lado de la ciudad, la culpa, el sentimiento de decadencia, el asombro por el Bósforo.
Al recorrer las 425 páginas nos enteramos de que la infancia del escritor fue opulenta, y a la vez dolorosa por constantes problemas entre sus padres; de que su adolescencia estuvo llena de caminatas por los barrios pintorescos de su ciudad, de sus dudas, de sus primeros intentos sexuales, de las lecturas que lo formaron, etcétera.
Otro plus es el retrato de la vida familiar, tan tangible y tan cercana a cualquier familia del mundo: hermanos que pelean, padres que discuten, amenas cenas y reuniones familiares, charlas...
El subtítulo del libro dice "Ciudad y recuerdos" y no pudo haberse puesto mejor, la mirada de la ciudad es más que panorámica, de microscopio, con gran entusiasmo recorremos las calles, las mezquitas, los monumentos y las ruinas de un gran imperio en decadencia, a la vez que nos acompañan memorias del cambio sociocultural: Pamuk recuerda apunta que el gobierno turco prohibía a las minorías de griegos, armenios y kurdos hablar en su lengua públicamente, recuerda golpes militares, y mientras transitamos por la ciudad, vamos recorriendo la historia de la misma.
Estambul, como encrucijada entre oriente y occidente es un lugar a la vez angustiante y seductor para Pamuk, quien, mediante este libro intenta mostrarnos una ciudad donde reina el sentimiento de amargura, mas, es precisamente ésto lo que le da su singular belleza.
Me parece que a lo largo del libro Pamuk intenta argumentar su visión de la amargura, al final, nos queda dicha sensación, sin poder entender por qué. Uno termina ese libro y se remite al epígrafe inicial:
La belleza del paisaje está en su amargura...
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