Wednesday, February 01, 2006

Día primero: El naufragio

Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos;
sin más que un aire de haber sido y sólo estar, ahora,
un aire que te cuelga de los ojos y los dientes,
correveidile colibrí, estático
dentro del halo de su movimiento.
Y no hablas. No hables,
que no tienes ya voz de adivinanza
y acaso te he perdido con saberte,
y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo, y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta.

* * *

Esta mañana me consume en su rescoldo la conciencia de mis llagas;
sin ella no creería en la escalera inaccesible de la noche
ni en su hermoso guardián insobornable:
aquí me hirió su mano, aquí su sueño,
en Emel su sonrisa, en luz su poesía,
su desamor me agobia en tu mirada.

* * *

Y luché contra el mar toda la noche,
desde Homero hasta Joseph Conrad,
para llegar a tu rostro desierto
y en su arena leer que nada espere,
que no espere misterio, que no espere.

* * *

Con la mañana derogaron las estrellas sus señales y sus leyes y es inútil que el cartógrafo dibuje ríos en la palma de la mano.

1 comment:

Aldo Iván Espinosa said...

¡Ahhhh, tuve la misma idea! ¡Ahora ya no podré postearlo en mi blog! ¡Adiós a todo mi plan de febrero! ¿Y ahora que pongo?
Esta mañana me descubro con el blog tan desnudo que temblamos (mi blog y yo).