Para los que se sorprendieron como yo, ante los efectos visuales, la cosmovisón y la trama de El Tigre y El Dragón (Dir. Ang Lee, 2000) no fue del todo extraño que llegaran hasta nosotros las magníficas cintas dirigidas por Yimou Zhang: Héroe (2002) y La Casa de los Cuchillos Voladores (2004).
Ya en la producción de Ang Lee se habían hecho evidentes las técnicas del cine chino -sutilmente auspiciado por algunos efectos estadounidenses- y las capacidades físicas para el combate de sus actores o dobles. El guión, con algunas magníficas incursiones metafóricas dejaba al descubierto la filosofía oriental, la cosmovisión, y los códigos morales y de honor de estas culturas, o al menos los sugería para darnos una idea a quienes somos absolutamente ignorantes en la materia. Ni qué decir de los hermosos paisajes de la estepa china o de la gran gala de vestuario y elegancia que de ellos hicieron dignamente sus actores. A mí, personalmente, me impresionó la ligereza con la que el cine chino enfoca al hombre, a la vez místico, sano, ágil y honorable.
Esa buena impresión tenía hasta que vi Héroe, cinta que superó todas mis expectativas y que cambió mi buena impresión por una apabullante admiración a estas producciones chinas de corte histórico-mitológico que rehacen el gusto de uno por esas impresionantes sagas llevadas a la pantalla grande. Con Héroe me parecieron familiares algunos actores; la trama, prestada originalmente de su historia nacional, es presentada a modo de mysé en abyme, técnica narrativa en suma admirable cuando está bien lograda, como en el caso de este filme. Mediante este técnica, denominada en cristiano "puesta en abismo" no sólo se permite una historia dentro de otra historia mayor, sino que además, se tiende a confundir al espectador mediante la incursión de distintos narradores que nos involucran en las redes de sus versiones y propician nuestra propia hechura de la historia. No obstante, los personajes, los combates y, de nueva cuenta los efectos, quedan subordinados ante nuestra impresión en torno al colorido de los paisajes, de las habitaciones y del vestuario, que con tanto garbo simboliza, mediante colores vivos, distintos valores propios de la cultura china.
Superar mi gusto por Héroe era de antemano una empresa difícil cuando decidí ver La casa de los Cuchillos Voladores. Una película nada despreciable, de hecho, sumamente interesante y llena de guiños al espectador: algunas bromas, aderezadas con la trama en torno a un triángulo amoroso que presuponía el honor al sentimentalismo y en partes no, en fin, una historia nuevamente magnífica. Ni qué decir de esa escena casi final donde ambos guerreros -dos vértices del triángulo amoroso que les contaba- combaten mucho tiempo hasta que el paisaje se cubre de nieve, maravillosa ¿o no? o de la representación del "juego del eco", escena sumamente impresionante. Igualmente, se hace gran gala de vestuario, palacios suntuosos, agilidad física de los actores y de un gran sentido de saga legendaria del pasado chino.
Personalmente, considero que Héroe seguirá siendo difícil de superar en todo ámbito, en cuanto al cine chino concierne. A continuación se me va a salir lo cursi pero, con esa película, sólo se me ocurre decir que "es un poema de film".
2 comments:
A mí también me gustó más 'Héroe'. De hecho pienso que hay varios recursos que Zhang repite en 'La casa de los cuchillos voladores', como las peleas (que siguen siendo fantásticas, pero repetidas dejan de ser interesantes). En fin, bienvenida a la blogósfera, ¡enhorabuena!
Muchas gracias por la visita Pepe!Sí, yo sostengo mis gustos: superar la primera saga de Zhang será "mission imposible".
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