En efecto, hace menos de una semana que se estrenó el MetroBús y ya hay muchas cosas contrarias que decir en torno a nuestro nuevo medio de transporte. Más que hacer un nuevo retrato del caos que se ha generado esta semana en la avenida Insurgentes debido a la implementación del MB -pues ya hasta han chocado- quiero desdecir todo lo bueno que se entendió en mi anterior crónica al respecto. Y que quede claro que no estoy atacando ni a la eficacia del MB, ni al Sr. López Obrador, ni a nadie... Simplemente ansío con todas mis ganas que el MB cobre lo que es justo -por aquello de los gorrones que hacen uso inadecuado del mismo, como pude constatar en mi último viaje-; como usuario, y no habiendo otro modo posible de recorrer Insurgentes en transporte público, demando al menos, organización y seguridad, requisitos que mínimamente debiese tener un servicio público.
El Miércoles realicé mi segundo viaje en MB y fue la experiencia más horrenda que he tenido en el Distrito Federal desde mi llegada hace 5 años. Y eso, es mucho decir, pues subir al MB en un horario cualquiera entre semana ha superado a dos horribles y violentos asaltos que también he vivido. Les contaré por qué.
Abordé el MB en Felix Cuevas con dirección norte. Con dirección sur pasaron 7 ... ¡sieeeete! vehículos en lo que yo esperaba uno, por supuesto, lo peor de esto fue la acumulación de gente ante el evidente y prolongado retraso. Con muchas dificultades pude subir al MB, incluso, habiendo esperado un segundo vehículo. Las cosas adentro no iban nada bien, debimos haber abordado cerca de 200 personas y eso me provocó una histeria matizada de agorafobia. Los apretones y manoseos no se dejaron esperar y en esos momentos incómodos, yo pensé que mi cadera se iba a quebrar ante la presión de tanta gente y el mobiliario interno del transporte, sentí asfixia, ansia, miedo, repulsión, y cuando el operador dejó escapar al aire acondicionado de unas válvulas con forma de duchas, pude recrear perfectamente mi idea de los campos de exterminio Nazi, donde los judíos morían así, apelmazados y asfixiados por el gas que provenía del techo de esas habitaciones horribles, justo como ese momento en el MB.
Tuve que bajar con muchas dificultades, la cantidad de gente era insoportable y en algún momento pensé que las puertas reventarían o al menos se romperían. Había una anciana que sufría los ataques involuntarios de la gente que estaba cercana a ella, y nadie le cedía el lugar. Las miradas hostiles, codazos e insultos no se dejaron esperar y así, pasaron los 30 minutos más horribles de mi vida. Pensé que perdería mi celular, mi dinero, mi bolsa, el aire, la vida... nada de eso pasó, aunque ocasionalmente sentía que perdía mi dignidad... mi condición humana se redujo a lo elementalmente bestial en esa lucha por sobrevivir, y no me culpo, quién ahí, con todos los abusos que se cometieron, podía mantener la calma. Fui grosera con quien incrementaba mi enojo y me presionaba contra las paredes, puertas, ventanas, asientos y gente. En algún momento pensé que debía matar a más de algún aprovechado y terminé bajando del MB varias estaciones antes de mi destino, solamente caminar me despejaría la mente y la frustración del horrible momento vivido. Para mi sorpresa, uno de los tipos que estaba junto a mí en el MB bajó solicitándome una cita, el nombre, el teléfono, pues habíamos tenido una proximidad comprometedora e íntima ahí en el transporte... me indigné aún más... dicha proximidad había sido absolutamente involuntaria e inevitable... no pensé que alguien pudiese pensar otra cosa al respecto...
Conclusión: Librarme de este tipo no fue tan difícil como el viaje... si usted quiere trasladarse por Insurgentes, con calor humano en medio de estos día nublados, o si de desea masaje humano a presión... o bien... si le gustaría recrear el sentimiento de los ejecutados en la duchas de los campos de concentración de los Nazis.... y además de todo ligarse a un par de chilangos pelados... no lo dude... viaje a cualquier hora en MetroBús, aborde cualquiera de sus estaciones... sobre todo.. si usted es masoquista.
Sugerencia: Espero que pronto cobren ese servicio, y lo cobren carísimo... bien lo vale... así, dejaremos esta mala impresión en los días de prueba y en defensa del gollete.
El Miércoles realicé mi segundo viaje en MB y fue la experiencia más horrenda que he tenido en el Distrito Federal desde mi llegada hace 5 años. Y eso, es mucho decir, pues subir al MB en un horario cualquiera entre semana ha superado a dos horribles y violentos asaltos que también he vivido. Les contaré por qué.
Abordé el MB en Felix Cuevas con dirección norte. Con dirección sur pasaron 7 ... ¡sieeeete! vehículos en lo que yo esperaba uno, por supuesto, lo peor de esto fue la acumulación de gente ante el evidente y prolongado retraso. Con muchas dificultades pude subir al MB, incluso, habiendo esperado un segundo vehículo. Las cosas adentro no iban nada bien, debimos haber abordado cerca de 200 personas y eso me provocó una histeria matizada de agorafobia. Los apretones y manoseos no se dejaron esperar y en esos momentos incómodos, yo pensé que mi cadera se iba a quebrar ante la presión de tanta gente y el mobiliario interno del transporte, sentí asfixia, ansia, miedo, repulsión, y cuando el operador dejó escapar al aire acondicionado de unas válvulas con forma de duchas, pude recrear perfectamente mi idea de los campos de exterminio Nazi, donde los judíos morían así, apelmazados y asfixiados por el gas que provenía del techo de esas habitaciones horribles, justo como ese momento en el MB.
Tuve que bajar con muchas dificultades, la cantidad de gente era insoportable y en algún momento pensé que las puertas reventarían o al menos se romperían. Había una anciana que sufría los ataques involuntarios de la gente que estaba cercana a ella, y nadie le cedía el lugar. Las miradas hostiles, codazos e insultos no se dejaron esperar y así, pasaron los 30 minutos más horribles de mi vida. Pensé que perdería mi celular, mi dinero, mi bolsa, el aire, la vida... nada de eso pasó, aunque ocasionalmente sentía que perdía mi dignidad... mi condición humana se redujo a lo elementalmente bestial en esa lucha por sobrevivir, y no me culpo, quién ahí, con todos los abusos que se cometieron, podía mantener la calma. Fui grosera con quien incrementaba mi enojo y me presionaba contra las paredes, puertas, ventanas, asientos y gente. En algún momento pensé que debía matar a más de algún aprovechado y terminé bajando del MB varias estaciones antes de mi destino, solamente caminar me despejaría la mente y la frustración del horrible momento vivido. Para mi sorpresa, uno de los tipos que estaba junto a mí en el MB bajó solicitándome una cita, el nombre, el teléfono, pues habíamos tenido una proximidad comprometedora e íntima ahí en el transporte... me indigné aún más... dicha proximidad había sido absolutamente involuntaria e inevitable... no pensé que alguien pudiese pensar otra cosa al respecto...
Conclusión: Librarme de este tipo no fue tan difícil como el viaje... si usted quiere trasladarse por Insurgentes, con calor humano en medio de estos día nublados, o si de desea masaje humano a presión... o bien... si le gustaría recrear el sentimiento de los ejecutados en la duchas de los campos de concentración de los Nazis.... y además de todo ligarse a un par de chilangos pelados... no lo dude... viaje a cualquier hora en MetroBús, aborde cualquiera de sus estaciones... sobre todo.. si usted es masoquista.
Sugerencia: Espero que pronto cobren ese servicio, y lo cobren carísimo... bien lo vale... así, dejaremos esta mala impresión en los días de prueba y en defensa del gollete.
1 comment:
Una mas del Metrobus... ayer una mujer atoro su cabeza con las puertas, la escena fue en suma, dramatica... ella en verdad casi pierde la cabeza ahi...
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