Sunday, August 14, 2005

Odisea (IV) El Telar de Penélope o Cómo Leer el "Ulysses"

Yo, entretanto, tejía mi gran tela en las horas del día,
Y volvía a destejaerla en la noche a la luz de las hachas.
Penélope frente al Huso, Odissea XIX, vv 149-150.


¿Cómo leer el Ulysses? Es una pregunta a la que todo lector ha de enfrentarse al emprender la lectura de la monumental obra de James Joyce. Sin duda, Ulysses ha representado todo un reto para la tradición literaria occidental, pues constituye un volumen de aproximadamente 600 páginas que resulta, de antemano, intimidante. Quizás por eso declaró T. S. Eliot: Ulysses es un libro con el que todos estamos en deuda, y del que ninguno de nosotros puede escapar.
La lectura del Ulysses en el ámbito hispánico inició a la par de su publicación en 1922, los vanguardistas españoles conocieron y admiraron al célebre escritor irlandés mediante sus traducciones al francés, de cuya lengua estuvieron imbuidos. En el caso de América Latina, y específicamente en México, la lectura de Joyce fue igualmente simultánea y prolífica, pues el llamado grupo de los Contemporáneos supo admirar y adaptar algunas propuestas narrativas de Joyce en la escritura de la novela lírica, género que no fue del todo afortunado en tanto su producción.
Actualmente, a casi un centenario de su publicación, los prejuicios en torno al Ulysses han sido incrementados por sus propios exegetas, mismos que han escrito millares de páginas con supuestas claves de lectura, en volúmenes que constituyen guías previas para abordar este texto. A lo largo de ochenta años, los comentarios críticos en torno al Ulysses, han rodeado a este libro de una barrera que imposibilita, de por sí, el acceso a una lectura despreocupada y de cierto modo, placentera.
El método de lectura, independientemente del texto que se trate, es siempre una cuestión personal, una forma de diálogo entre el lector y el autor a través de la obra. Generalmente, cada lector desarrolla un método de lectura particular, mas esto, representa un problema cuando hemos de enfrentarnos al Ulysses. La lectura de este texto, no es una cuestión de apropiación que sólo ataña al lector, pues el mismo texto exige una modificación en el sistema de lectura de éste, es el mismo texto el que propone o quizás, replantea nuestros propios métodos de aproximación a la literatura. Tal vez radique ahí gran parte del encanto del Ulysses.
Mucho se ha dicho ya en torno al Ulysses, por lo que es casi imposible ser original al emitir una opinión en torno a dicho texto. Así que en este post, les voy a exponer tan sólo, mi odisea al leer el Ulysses.

¿Ulysses, la Odisea
contada a la manera del siglo XX?
¿Acaso debemos limitar el Ulysses a un mero rompecabezas intelectual o quizá a la reescritura -a la manera del siglo XX- de un mito clásico? Sin duda, no fue éste el plan que tenía James Joyce mientras escribía la obra que revolucionaría la manera de hacer literatura en Occidente.
El mito y el trasfondo homérico en general de la Odisea es sin duda, fundamental, en tanto que sirve ya de subtexto, ya de pretexto, para urdir la trama del relato. No es gratuito que Joyce haya titulado a su monumental trabajo bajo el nombre latino del héroe homérico, esto, es de antemano, una provocación a cualquier lector que posea un poco de gusto por la tradición literaria occidental.
Algo aún inexplicable sucedió cuando James Joyce decidió eliminar los títulos provisionales que había colocado a cada capítulo al publicarlos por separado en The Little Review. Pues en 1922 cuando la Shakespeare and Co. publica el libro completo, los capítulos aparecen únicamente numerados y sin ningún título que continúe la referencia del episodio correspondiente al poema homérico.
De cualquier modo, si el lector del Ulysses intenta seguir la sugerencia de T.S Eliot y localizar cada referencia a la Odisea, la lectura será -lo dice quien lo ha intentado- válida y prolífica, mas nunca placentera. Los paralelos entre ambos textos resultan irrefutables.
Tanto la Odisea como el Ulysses en términos de estructura, constan de tres partes: La Telemaquíada (capítulos 1-3), la Odisea (capítulos 4-15), y el Nostos (capítulos 16-18), Por lo que resulta viable pensar que el Ulysses es la forma más sorprendente de representar la Odisea del hombre contemporáneo situada en un tiempo y lugar específicos: Dublín, 16 de Junio de 1904.
Desde luego, si nos hemos propuesto encontrar todos los paralelos entro ambos textos, ya nos percatamos a estas alturas de que ellos no concluyen ahí. En caso de haber elegido leer la obra de Joyce bajo la luz del mito, las semejanzas con el poema homérico nos parecerán ¡irresistibles!

1. Si atendemos a la etimología de Odiseo (del griego Outis= nadie) retrata perfectamente la esencia de Leopold Bloom, protagonista del Ulysses, cuya falta de pertenencia a los judíos y a Irlanda queda establecida desde el cuarto capítulo, primero en el que aparece.
2. Un cíclope representado por un ciudadano irlandés de una visión 'critério' unívoca.
3. La visita al Hades disfrazada de un sepelio.
4. Eolo transformado en prosa de viento.
Y otros miles de tantos...

Tanto el Ulysses como la Odisea parecieran nunca converger quedándose simplemente en dos líneas paralelas, a manera de palimpesto literario, mas la monumental obra de Joyce, por fortuna, no para ahí. Pues, se de buscar referencias se tratase, tendríamos que referirnos a una infinidad de textos que aunque -en ocasiones no tan evidentes como la Odisea- aparecen para complicar el entramado que es en sí el Ulysses. Por citar algunos otros, deben mencionarse, Hamlet, La Divina Comedia, Canciones Populares Irlandesas, etcétera.
No obstante que nuestra lectura esté basada en la búsqueda de referencias -escalofriante de sólo pensarlo-, llegamos a un punto, en que dicha búsqueda concluye, no con las referencias sino con nuestros ánimos, únicamente para demostrarnos que el Ulysses es mucho más que un entramado de referencias intertextuales, culturales, etcétera, y que pese a la supuesta reescritura del mito, el texto expresa algo más que un lector que no se ha preocupado por entender cada referencia de manera obsesiva, puede comprender y disfrutar aún careciendo del bagaje de aquél otro lector que se percató de las irónicas intertextualidades que, con acentuado humor, el señor Joyce nos ha colocado en el camino. No necesitamos conocer la estructura de la Odisea para entender que que Stephen Dedalus es un joven talentoso con problemas familiares y metafísicos; que a pesar por los intentos por representar a un hombre común, Leopold Bloom no es un hombre común que enfrente la muerte de un hijo y la infidelidad, sobradamente sabida, de su esposa Molly. Tampoco dejaré la lectura del Ulysses a este nivel anecdótico.
Regresando a la cuestión de los paralelos, y si hemos de buscar muchos más -porque es innegable que la lectura está plagada de ellos-, se le ha acusado al señor Joyce de "sacrílego de mitos" quizás porque nos retrata a un héroe mediocre, que en vez de buscar conocimiento en el viaje y un retorno al hogar y a la patria, un cuidadano promedio ocupa su mente en asuntos de tal trivialidad, como defecar o desayunar hígado. En efecto la desacralización del mito, en una época caótica como lo fueron las primeras décadas del siglo XX, fue algo que permeó distintas manifestaciones literarias y artísticas en general, mas lo fundamental con respecto a todo esto, es reconocer que Ulysses, aunque bien puede constituir un palimpsesto de muchos otros textos, no radica su unicidad en ello, desde que podemos preguntarnos: ¿Qué manifestación artística no constituye un palimpsesto en la era contemporánea?
En mi experiencia con el Ulysses, no debemos forzar la tendencia a descubrir las referencias textuales, el texto lo permite, mas, de hacerlo así, el texto no representará mayor atractivo, que la satisfacción de saber que descubrimos un par de humoradas sembradas en la obra de Joyce. Nuestra lectura no tendrá mayor fruto, y al fin y al cabo, sufriremos la sensación de haber hecho una lectura insuficiente.
La osadía del autor no acaba en desacralizar el mito, reescribir un clásico, o parodiar a un héroe anti-heróico apenas inteligible al hombre del siglo XX, por el contrario, uno de los mayores atractivos de la prosa de Joyce es precisamente la manera anti-heróica de concebir al hombre moderno, en una etapa crucial en donde los héroes, en su concepción primera y antigua, sólo nos parecerían bufonescos.


¿De qué está hecho el Ulysses?
Si se pretende una lectura académica del Ulysses, es necesario consultar una serie de guías y material imprescindible, tablas estructurales, de símbolos, de técnicas, de alusiones, etcétera. Pero el lector del Ulysses debe estar siempre precavido ante la posibilidad de perderse en un nuevo entramado de de crítica literaria, pues para perdernos y manifestarnos la esencia de la buena literatura, James Joyce, se basta a sí mismo.
Si no consultamos las guías, ¿Qué se requiere saber para leer el Ulysses?
La respuesta no es para nada simple, pues no es gratuito que se haya relegado esta obra a los ámbitos universitarios, y en general, académicos.
Al abandonar el proyecto de buscar cada referencia mítica, intra e intertextual, debe el lector plantearse lo siguiente: dejar de creer que cada frase, cada palabra y cada espacio o signo de puntuación significa algo dentro del texto!! Yo personalemnte creo que todo significa algo, pero debo creer lo contrario para continuar la lectura. Ciertamente, llevamos una ventaja sobre otros lectores que inician el Ulysses si tenemos un bagaje más o menos requerido: el Retrato del Artista Adolescente, Dublineses, Hamlet, Odisea, y algunas nociones básicas de la tradición literaria occidental serían en primera instancia, de gran ayuida en la exégesis personal del texto. Después vienen los diversos niveles de lectura, pero todo irá bien si sabemos darles un lugar apropiado en nuestra lectura y administrar la información externa que dará significado al texto. Finalmente, en cuanto a requerimentos para empezar el texto, quizás sólo haga falta, tras los conocimientos previos, una voluntad firme, paciencia y sentido del humor -aunque yo agregaría también una autoestima que conforte las posibles frustraciones-.
Algunos otros problemas emergen, el Ulysses, ¿es novela, prosa lirica o qué diablos? y la gran paradoja, ¿qué tan en serio hemos de tomarnos la broma de Joyce?
La galería de técnicas desarrolladas por Joyce nos permiten disfrutar del montaje, a manera de espectadores y voyeuristas, de las peripecias del sr. Bloom en un día normal, mismas que esperan a que nosotros, lectores, las dotemos de significado.
¿De qué está hecho el Ulysses? es difícil saberlo, pues a parte de lenguaje, trabajo arduo y estilístico, recuerdos, refrencias, ecos, etcétera, el texto está impregnado por un afán lúdico que se confabula con el lector, aunque, la broma decae si nosotros, los lectores, abandomanos el juego.
Finalmente, quise comentarles que, en mi lectura del Ulysses, se me ocurrió que la técnica apropiada era algo así como el telar de Penélope, y ¿qué mejor que seguir utilizando el hipo-texto del Ulysses para explicarlo? En el canto XIX de la Odisea, aparece Penélope ofreciendo un plazo de matrimonio ante el acoso de sus pretendientes equivalente al término de la mortaja que prepara en su huso para Laertes. El ardid, que al final fue descubierto por los osados pretendientes, es que Penélope teje durante el día, por las noches, deshace sus avances para postergar el plazo matrimonial.
Fue suficiente la lectura de pocos capítulos del Ulysses, para equiparar el ardid de Penélope a su estructura, pareciera entonces que la broma de Joyce, como le tejido de la fiel esposa de Odiseo, se hace y se deshace para volver a rehacerse durante la siguiente jornada. Así, cualquier opinión que formemos para nuestros adentros en torno al texto, se verá contradicha o negada en las siguientes páginas para posteriormente volverse a elaborar.
Por eso, en nuestra lectura, a menudo nos vemos en la necesidad de regresar algunas páginas para retomar, ecos, frases, escenas que en el momento de su lectura nos parecieron nimias sin serlo, sólo porque en alguna parte del libro, decidimos que dejaríamos de darle importancia a la significación individual de cada palabra.
Entonces, no nos queda más que seguir la estructura que Joyce nos propuso desde el inicio, como hilo en el telar de Penélope, haciéndose y deshaciéndose en cada línea. La lectura del Ulysses que aquí se propone es liberar al texto de academicismos que turben nuestro auténtico deleite del mismo, y seguir con nuestra marcha en el descubrimiento de nuevas técnicas, de nuevas posibilidades expresivas, juegos, etcétera, hasta que un día, cansados de tejer nuestro propio huso, podamos jactarnos de haber leído el Ulysses como una de las manifestaciones artísticas más impresonantes de la época moderna a la luz de las dificultades que invariablemente muchos, se han obstinado en crear en torno al Ulysses.

1 comment:

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