Hoy, después de largas pero amenas jornadas, terminamos Happy End.
Éste fue un proyecto de traducción conjunta que me fue propuesto hace casi un año, desde entonces iniciamos el descubrimiento de este melodrama brechtiano que por primera vez se presentará en español.
Happy End fue escrita y actuada en 1929, la música fue compuesta –como en muchas otras ocasiones- por Kurt Weill. Ya en ese tiempo la pareja Brecht-Weill contaba con una gran reputación: el primero como el afamadísimo representante del expresionismo, y el segundo como el gran compositor modernista por excelencia.
El argumento es muy sencillo, de hecho, no del todo original, pues, tanto Bernard Shaw como Upton Sinclair –a quienes Brecht admiraba- habían escrito obras muy similares, en las que seguramente está inspirada la trama de Happy End:
Chicago, 1920. Un grupo de criminales es confrontado por el "Ejército de Salvación". La teniente Lilian Holiday –también llamada “Aleluya Lil”- intenta reformar a Bill Cracker, líder de una peligrosa banda de gansters, sin embargo, mientras sus esfuerzos empiezan a dar frutos, ella es expulsada del Ejército de Salvación por considerar su conducta indecorosa, aún, siendo la evangelista más popular de la organización. Los criminales, tras un robo en la víspera de Navidad, deciden unirse al Ejército de Salvación al percatarse del contundente enamoramiento entre Bill y Lilian, así, resuelven abrir un nuevo cuartel para salvar las almas de los capitalistas.
Sin duda, el encanto de la obra no radica totalmente en la construcción de su argumento, muchos otros de sus componentes contribuyen en tanto la atracción que se ejerza en el espectador: 13 composiciones musicales debidamente insertadas entre las escenas; elementos metateatrales, es decir, juegos teatrales –tan propios de Bertolt Brecht- dentro de las escenas, que hacen que los actores desarrollen múltiples roles dentro de sus personajes; y la carga de una ingeniosa crítica al capitalismo que culmina con el himno final -Hosanna Rockefeller-, tema que resume una visión europea de la sociedad estadounidense y parodia, a la vez, su resolución vital en torno a los finales felices hollywoodenses.
¿De qué manera? No podría ser de otro modo: ¡happy endmente!
No comments:
Post a Comment