Combatiente,
que por primera vez te enfrentas con batallas para ti desconocidas, ocúpate en primer lugar de buscar el objeto de tu amor. Consagra luego tus esfuerzos a conmover a la joven por ti elegida y, en tercer lugar, a hacer durar tu amor. Estos son nuestros límites; en esta liza nuestro carro dejará su huella; a estos surcos tendrá que ajustarse la rueda lanzada a toda prisa.
Libro I, de El Arte de Amar
Ovidio
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