Sunday, March 19, 2006

Guardémonos de los Idus de Marzo...

Los Idus de marzo aún no se han ido...

Según una antigua costumbre romana, los idus de marzo -nuestros actuales 14-15 del mismo mes- eran días de buenos augurios, de acuerdo con el calendario romano, caían a mediados de cada mes, en los días 13 la mayoría del tiempo y en los días 15 en algunos pocos meses. Quizás debido a la pertinencia de estos dichosos días, se inició una superstición en torno a los mismos, una creencia en un sistema de señales a las cuales había que atender. Resulta muy probable que todo se haya acrecentado con el asesinato de Julio César, a quien un vidente le había vaticinado que se cuidara de los idus de marzo, cuando llegó la fecha, César rio ante el vidente jactándose de su buena fortuna, y confiado, no presintió cosa alguna con respecto a su asesinato, que se llevó a cabo algunas horas después, pues aún era mediodía y no se habían ido los idus.
Según cuentan, desde entonces los idus de marzo han simbolizado calamidades políticas, aunque si lo vemos más románticamente, quizás sólo se siga tomándo la advertencia de un vidente -un presentimiento- como un momento en que mientras caminas, te detienes y cambias de dirección... guardémonos pues de los idus de marzo...

Me encontré por ahí algo homónimo de Kabafis, a propósito:

IDUS DE MARZO

Las grandezas teme, alma.
Y si vencer tus ambiciones no puedes,
con cautela y reservas síguelas.
Y cuanto más adelante vayas,
sé más observador, más cuidadoso.
Y cuando a tu apogeo llegues, César ya;
cuando tomes figura de hombre famoso,
entonces cuida especialmente al salir a la calle,
dominador insigne de séquito acompañado,
si acierta a acercarse, desde la multitud
algún Artemidoro, que lleva una carta,
y dice apresurado "Lee esto inmediatamente,
son cosas importantes que te interesan",
no dejes de detenerte; no dejes de postergar
cualquier conversación o tarea; no dejes de apartar
a las variadas personas que te saludan
y se prosternan ante ti
(las puedes ver más tarde);
que espere incluso
el Senado mismo, y conoce al instante
los graves escritos de Artemidoro.

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