Esta mañana en Milenio diario:
Sunday, October 28, 2007
Tuesday, October 16, 2007
Sinaloa en Madrid... (¡sí!)
Esta mañana recibí una noticia singular, Los Tigres del Norte, sí, esos paisanos míos ofrecieron tremendo y exitoso concierto en Madrid.
MADRID.- Con más de 30 años de profesión a sus espaldas, otros tantos álbumes grabados, 130 discos de platino y 125 de oro, nominados al Grammy en siete ocasiones y merecedores del premio en una, Los Tigres del Norte tienen buenas razones para autoproclamarse como el grupo 'Jefe de jefes'. Pero la banda mexicana no llegó a Madrid para apabullar, sino para arrasar gracias a una lección de humildad que sólo los más grandes se pueden permitir.
Con la sala Joy Eslava llena de un público heterogéneo y entregado desde el primer momento, los hermanos Hernández y su primo Óscar Lara (a la batería sin perder la sonrisa ni un minuto) ofrecieron un concierto para madrileños y gentes llegadas de todos los rincones de América. A leguas se veía que muchos de ellos habían ahorrado para estar anoche en la selecta sala de la calle Arenal y escuchar en directo a los "voceros del sentir del pueblo".
Otra parte del público, digamos que la indígena, llegó en buena parte gracias a Arturo Pérez Reverte, escritor que escuchó en uno de los corridos de Los Tigres del Norte una novela de 500 páginas condensada en tres minutos. Su reacción fue escribir un narcocorrido en 500 páginas, y así nació 'La reina del sur', novela que después la banda transformó en un tema ya indispensable en su repertorio.
http://www.elmundo.es/elmundo/2007/10/16/cultura/1192495092.html?a=bd44c33baaae6e39ef41773905def09e&t=1192525606
Esta nota aparecía en el diario de hoy:
EL GRUPO MEXICANO TRIUNFA EN LA CAPITAL
Los Tigres del Norte también mandan en Madrid
Los Tigres del Norte también mandan en Madrid
MADRID.- Con más de 30 años de profesión a sus espaldas, otros tantos álbumes grabados, 130 discos de platino y 125 de oro, nominados al Grammy en siete ocasiones y merecedores del premio en una, Los Tigres del Norte tienen buenas razones para autoproclamarse como el grupo 'Jefe de jefes'. Pero la banda mexicana no llegó a Madrid para apabullar, sino para arrasar gracias a una lección de humildad que sólo los más grandes se pueden permitir.
Con la sala Joy Eslava llena de un público heterogéneo y entregado desde el primer momento, los hermanos Hernández y su primo Óscar Lara (a la batería sin perder la sonrisa ni un minuto) ofrecieron un concierto para madrileños y gentes llegadas de todos los rincones de América. A leguas se veía que muchos de ellos habían ahorrado para estar anoche en la selecta sala de la calle Arenal y escuchar en directo a los "voceros del sentir del pueblo".
Otra parte del público, digamos que la indígena, llegó en buena parte gracias a Arturo Pérez Reverte, escritor que escuchó en uno de los corridos de Los Tigres del Norte una novela de 500 páginas condensada en tres minutos. Su reacción fue escribir un narcocorrido en 500 páginas, y así nació 'La reina del sur', novela que después la banda transformó en un tema ya indispensable en su repertorio.
Lluvia de peticiones
El líder y hermano mayor del grupo, Jorge Hernández, reservó la primera dedicatoria a su "gran amigo" Arturo con 'Pacas de a kilo' y dio luz verde a la lluvia de peticiones, en un ritual que los fans conocen ya de todos sus directos.
Los papeles solicitando canciones aterrizaban en el escenario firmados por asistentes de todos los lugares de México, desde Quintana Roo a Baja California, de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Colombia, Ecuador… múltiples nacionalidades que vibraron con la letra de 'Somos más americanos' y emitieron un suspiro al unísono al escuchar los primeros acordes de 'Golpes en el corazón'.
Aunque venían a presentar su nuevo disco, 'Detalles y emociones', los de Sinaloa salieron al escenario sin más guión que los deseos de su público e interpretaron, encantados de la vida, los temas que llevan décadas cantando.
Se sucedieron 'La mesera', 'La puerta negra', 'Nos estorbó la ropa' y, cuando ya la pista del Joy Eslava se había convertido en un salón de baile más americano que europeo, Los Tigres del Norte volvieron a los narcocorridos con 'El reportero' y 'Contrabando y traición'.
El coraje de Camelia 'la tejana' rompió definitivamente la tenue línea del escenario y los admiradores y admiradoras de los Hernández irrumpieron sobre las tablas para cobrar el trofeo que esperaban: un abrazo y una foto con sus ídolos. Sin dejar de cantar, Los Tigres contentaron a todos mientras los guardianes de seguridad dejaban que el proscenio fuese un insólito colador.
Con 'El muro', tema del último disco que derriba la barrera que se cierne entre México y Estados Unidos, y todas las fronteras en realidad, el mayor de los Hernández pidió un silencio que el público concedió sin rechistar, como había hecho antes con todas sus órdenes, desde encender "todos los celulares" mientras la sala quedaba a oscuras o corear la canción que fuese.
Tras clásicos como 'La banda del carro rojo', 'Los dos plebes' o 'La jaula de oro' la banda ya se despedía pero arreció la lluvia de peticiones, así que Los Tigres sumaron a las dos horas de concierto una más y volvieron con algunos de sus grandes éxitos. "Cómo no, queremos complacerles a todos", se justificaban, hasta que con 'El tamal', 'La resortera', la muy demandada 'La camioneta gris', 'El niño y la boda' y 'El sinaloense' los maestros se despidieron como tales. "Que dios se quede con ustedes", deseó Jorge con el sombrero norteño en la mano. Y Madrid con vosotros. Hasta la vista, Tigres.
Los papeles solicitando canciones aterrizaban en el escenario firmados por asistentes de todos los lugares de México, desde Quintana Roo a Baja California, de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Colombia, Ecuador… múltiples nacionalidades que vibraron con la letra de 'Somos más americanos' y emitieron un suspiro al unísono al escuchar los primeros acordes de 'Golpes en el corazón'.
Aunque venían a presentar su nuevo disco, 'Detalles y emociones', los de Sinaloa salieron al escenario sin más guión que los deseos de su público e interpretaron, encantados de la vida, los temas que llevan décadas cantando.
Se sucedieron 'La mesera', 'La puerta negra', 'Nos estorbó la ropa' y, cuando ya la pista del Joy Eslava se había convertido en un salón de baile más americano que europeo, Los Tigres del Norte volvieron a los narcocorridos con 'El reportero' y 'Contrabando y traición'.
El coraje de Camelia 'la tejana' rompió definitivamente la tenue línea del escenario y los admiradores y admiradoras de los Hernández irrumpieron sobre las tablas para cobrar el trofeo que esperaban: un abrazo y una foto con sus ídolos. Sin dejar de cantar, Los Tigres contentaron a todos mientras los guardianes de seguridad dejaban que el proscenio fuese un insólito colador.
Con 'El muro', tema del último disco que derriba la barrera que se cierne entre México y Estados Unidos, y todas las fronteras en realidad, el mayor de los Hernández pidió un silencio que el público concedió sin rechistar, como había hecho antes con todas sus órdenes, desde encender "todos los celulares" mientras la sala quedaba a oscuras o corear la canción que fuese.
Tras clásicos como 'La banda del carro rojo', 'Los dos plebes' o 'La jaula de oro' la banda ya se despedía pero arreció la lluvia de peticiones, así que Los Tigres sumaron a las dos horas de concierto una más y volvieron con algunos de sus grandes éxitos. "Cómo no, queremos complacerles a todos", se justificaban, hasta que con 'El tamal', 'La resortera', la muy demandada 'La camioneta gris', 'El niño y la boda' y 'El sinaloense' los maestros se despidieron como tales. "Que dios se quede con ustedes", deseó Jorge con el sombrero norteño en la mano. Y Madrid con vosotros. Hasta la vista, Tigres.
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http://www.elmundo.es/elmundo/2007/10/16/cultura/1192495092.html?a=bd44c33baaae6e39ef41773905def09e&t=1192525606
Sunday, October 14, 2007
Sunday, October 07, 2007
El Arte y el Compromiso Político: Botero
En su más reciente colección, Fernando Botero clama de nuevo el compromiso político del artista con su tiempo.
De hecho, en los últimos años, Botero ha dedicado gran espacio a retratar la violencia de Colombia en sus obras, sin embargo, al descubrirse los abusos y la tortura infligida por los soldados estadounidenses a los prisioneros iraquíes, el pintor se ha conmocionado de tal manera que hoy exhibe "Las Pinturas de Abu Ghraib" en Venecia, mismas que ha donado ya a la Universidad de Berkeley.
Las 50 pinturas no han sido del todo bien recibidas en Estados Unidos, mas, siendo dicha Universidad quien tomó la iniciativa de traerlas a Norteamérica por primera vez, Botero decidió donarlas como patrimonio cultural de la misma. Su más reciente colección artística, dice el pintor, rinde testimonio de un hecho inaceptable que lo ha motivado a iniciar la serie Las Torturas de Abu Ghraib.
Con un estilo muy particular -el exceso en las proporciones y el estrepitoso volumen de los cuerpos humanos- Fernando Botero se ha ganado el gusto y la apreciación del público internacional, así, sus pinturas son cotizadas en más de un millón de dólares por cuadro.
No obstante, asegura el pintor que esta colección nunca tuvo un fin comercial -y claro, parece inmoral pensar que el dolor y el sufrimiento humanos constituyen una asegurada ganancia-;
Cuenta Botero que tras la infiltración en la prensa de las fotos que evidenciaban el maltrato a los presos en Bagdag, él no pudo menos que iniciar esta serie pinturas con motivos que mostraran su indignación ante las vejaciones humanas ahí mostradas.
Aún cuando Botero declaró a la BBC que considera que el arte no tiene ningún poder de mover nada en los espectadores, éste tiene el poder de ser testimonio y memoria en el tiempo. Cita entonces el "Guernica" de Picasso y los "Fusilamientos del 2 de Mayo" de Goya como testigos de la prevalecencia de actos violentos en la memoria del pueblo a través de manifestaciones artísiticas.
El pintor también clama que el 99% de los artistas gráficos han elegido temas "amables" y "positivos" y que para nuestros tiempos "violentos" es necesario que el artista deje un testimonio de su postura ante incidentes tan importantes y dramáticos para la humanidad.
Al ver las pinturas de esta colección, uno no puede menos que estremercerse. Quizás el dramatismo aumenta en proporción a las dimensiones de los voluminosos personajes de Botero. Desde luego el tema carece de absoluta amabilidad, pero quién si no el arte daría en el blanco de la sensibilidad de sus espectadores con tal precisión.
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